Hasta finales de 1989, Rumanía estaba gobernada por un temible dictador que perseguía y encarcelaba a los cristianos. He aquí el testimonio de un cristiano durante ese difícil período:
«Me vigilaban constantemente por mis actividades religiosas, consideradas ilegales, y durante varios días tuve que esconderme en las montañas para escapar de la policía. Era invierno. A veces aparecían lobos, pero en realidad tenía menos miedo a ellos que a los hombres que me perseguían. A los lobos, al menos, los espantaba haciendo ruido.
Una noche hacía mucho frío, me sentía agotado, entonces oré:»Señor, envíame una manta, o moriré de frío«. Me dormí de todos modos, y no sentí frío. ¿Quieren saber por qué? Cuando me desperté por la mañana, todavía estaba oscuro. Me moví para estirarme un poco y, ¿qué vi? Un animal que se puso de pie y luego desapareció entre los abetos. ¿Era un perro callejero o un lobo? No lo sé, pero había pasado la noche acostado sobre mí. ¡Dios es maravilloso! ¡No podría haberme enviado una manta más cálida!».
“Antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído” (Isaías 65:24).
Jueces 12 – Apocalipsis 14 – Salmo 145:8-13 – Proverbios 30:15-16