Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón.
Vuelve ahora en amistad con él (Dios), y tendrás paz; y por ello te vendrá bien.
– Los niños son demasiado despreocupados para pensar en Dios o en la eternidad. ¡Hay tantas cosas que descubrir, tantos juegos que hacer! ¡Además, tienen toda la vida por delante!
– ¡Los jóvenes a menudo son demasiado seguros de sí mismos para necesitar a Dios! Muchos tienen sus ideas, sus sueños, sus planes, y piensan que nada les impedirá realizarlos. A algunos la vida les parece dura, sin futuro, creen que el mundo va directo al desastre, ¡la crisis bloquea el horizonte! Piensan que la Biblia es para los viejos…
– Los recién casados piensan que no es el momento adecuado. Son demasiado felices para pensar en el futuro, en la eternidad, en la muerte, en Dios. ¡La felicidad del día de hoy es suficiente!
– Como familia, los padres están muy ocupados. Deben cuidar a sus hijos, educarlos, asegurar su futuro. Hablarles del amor de Jesús sería muy útil, pero no lo hacen, para dejarles la libre elección, por “respeto” a su conciencia.
– Cuando se es mayor, ¿aún vale la pena pensar en Dios? Si llevó una vida casi recta, ¿por qué cuestionarse ahora?
– Después de la muerte… ¡es demasiado tarde! Demasiado tarde para preocuparse por su destino, demasiado tarde para creer, demasiado tarde para descubrir el amor de Dios y refugiarse en la cruz de Jesús. Demasiado tarde para salvarse… ¡eternamente demasiado tarde!
La película de su vida se está reproduciendo ahora mismo. ¿En qué secuencia está? ¡Es hora de dejar que Dios entre en su vida! ¡No tarde, no deje pasar la oportunidad! Jesús le dice: “Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).