«Después de estudiar administración, hice cursos de apologética islámica. Yo era un hafiz (alguien que recita el Corán), por lo tanto, lo conocía bien, pero esto no impedía que me hiciese preguntas. Entonces me incliné hacia otras religiones y concluí que todos los libros religiosos fueron escritos por hombres, excepto el Nuevo Testamento. Al leerlo, sentí que no había sido creado por el hombre. Creí en su veracidad. Desde entonces me volví cristiano, pero no vivía según mi fe.
Había creado una empresa que se convirtió en una de las más grandes de mi país, estaba involucrado en la política. Todo funcionaba bien para mí, pero ocurrió algo que cambió mi vida: mi esposa, a la que tanto amaba, falleció. Entonces caí en una profunda depresión; ya no veía ninguna razón para vivir, vendí mi negocio.
Finalmente tuve que consultar a un cardiólogo, quien me dijo: “Debería haber venido antes, tiene una arteria obstruida”. En el momento de la anestesia, estaba aterrorizado. Me dijeron que mis posibilidades de sobrevivir no superaban el 5%. Así que me puse a orar, pero no sentí ninguna paz. Justo cuando estaba perdiendo el conocimiento, llamé a Jesús tres veces. Me tranquilicé inmediatamente, y supe que iba a salir de la cirugía. La operación fue un éxito. Pero lo más importante fue que, desde ese día, me entregué a Jesús. Antes pensaba que Jesús era solo un hombre, ¡pero después de lo que me sucedió sé que es mi Dios».
Jueces 19 – Apocalipsis 20 – Salmo 148:1-8 – Proverbios 31:1-7