“Venid a mí”… “Apartaos de mí…”. La misma persona dice estas dos frases, pero no al mismo tiempo. La primera es una invitación vigente aún hoy, y se dirige a todos los que están cansados y agobiados. ¿Qué hace que un hombre se canse? El pecado y sus consecuencias.
El llamado del Salvador es para todos los seres humanos: “Venid a mí…”. ¡Su amor nos invita a todos! Ir a él cuando nuestro corazón y nuestra conciencia están agobiados es hallar descanso, libertad y consuelo para el alma. Es hallar al que llena mi corazón, al que se encarga de mi miseria, al que me ama. Sí, me ama lo suficiente como para que yo confíe en él, ¡no me rechaza! Me llama sin pedir nada a cambio, me ofrece una felicidad que pagó con su propia vida.
Mañana no será más el Salvador quien habla, sino el Juez. Será la misma voz, pero el mensaje habrá cambiado: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno…”. ¡Pero se dirigirá solo a los que no quisieron escuchar el llamado del Salvador!
¿Quiere estar con Jesús, o lejos de él? ¡Esta es la gran pregunta! Lejos de aquel que es la vida y la luz, solo reinan la muerte y la noche. ¡Vaya a Jesús hoy!
Jueces 3 – Apocalipsis 3:7-22 – Salmo 139:19-24 – Proverbios 29:17-18