La Buena Semilla: Miércoles 13 Noviembre
Miércoles
13
Noviembre
En una o en dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende.
Job 33:14
(Jesús dijo:) Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen.
Juan 10:27
¿Qué oímos?

Oímos bien lo que nos interesa. Lo que escuchamos está condicionado por lo que nos gusta. Si un músico percibe el canto de un ave en medio del bullicio de la calle, es porque este canto halla eco en él. Su oído está ejercitado, escucha sin esfuerzo.

Escuchamos ciertos sonidos, y otros no, en función de lo que nos interesa o lo que nos molesta. Seleccionamos, incluso inconscientemente. Reconocemos una voz amada entre mil. La escuchamos, porque nos interesa. ¡Y no escuchamos ciertos ruidos porque simplemente no nos interesan! Los sonidos que escucho, y los que ignoro, reflejan lo que soy…

¿A qué sonidos soy sensible y escucho sin esfuerzo? ¿Solo a los que afectan mis intereses materiales, o también a los que conciernen a mi futuro eterno? ¿Estoy atento a lo que Dios me dice en la Biblia, a través de la cual se dirige a mí? Él me habla de mi futuro: ¡me ofrece la salvación y la vida eterna por la fe en Jesús!

Si conozco a Jesús como mi Salvador, como el buen Pastor, ¿discierno su voz en medio de todas las demás voces que oigo? ¿Le presto atención y lo tengo en cuenta en mi vida diaria? Puedo escuchar esta voz a través de algo que me sucede, de una palabra que oigo… Y, sobre todo, la escucho leyendo la Biblia, ese libro que quiere ser “lámpara a mis pies” y “lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105).

“Vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd” (Lucas 9:35).

“Como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 3:8).

Josué 2 – Hebreos 5 – Salmo 122 – Proverbios 27:15-16