Era dueño de una gran empresa y vivía cómodamente, gozando de buena reputación. Por ello pensaba que no necesitaba a Dios.
Un día fue acusado falsamente de ser el jefe de la banda que había robado furgonetas de carga de su empresa. Y terminó en la cárcel, sintiéndose el más miserable de los hombres. Ninguno de sus amigos lo visitaba, y su abogado estaba de viaje.
En la cárcel recibió un calendario como el que usted tiene en sus manos. Desde el inicio de su lectura, Jesús comenzó a obrar en su corazón. Una noche, cuando algunos prisioneros cristianos cantaban himnos, se unió a ellos sin pensarlo y de repente empezó a cantar.
Cuando estuvo ante el juez, el preso le habló de su necesidad espiritual. El juez, que era cristiano, le explicó el mensaje del evangelio: la muerte y la resurrección de Cristo. El empresario reconoció que era un pecador y aceptó a Jesucristo como su Salvador.
Unos días después fue exonerado por el tribunal.
¡Dios había preparado todo! El arresto injusto de este hombre no fue por casualidad, ni el hecho de que el juez fuera cristiano. Dios permitió que perdiera su reputación y el apoyo de sus amigos para que sintiera la necesidad del Salvador Jesucristo.
“Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón” (Salmo 34:18).
La Biblia dice: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 4:7).
Deuteronomio 28:38-68 – Juan 18:19-40 – Salmo 119:121-128 – Proverbios 26:25-26