– Dios prometió a Abraham una gran descendencia. Pero durante los 25 años que siguieron a esta promesa, Abraham y Sara no tuvieron hijos. Sara ya tenía 90 años y Abraham 100. ¿Habría olvidado Dios su promesa? Abraham se mantuvo firme en su fe, creyó en Dios y esperó contra toda esperanza. Finalmente Dios dio a Abraham y a Sara un hijo, Isaac, de quien descenderían los israelitas.
– Jairo acudió a Jesús porque su hija se estaba muriendo. Y mientras Jesús iba camino a su casa, dijeron a Jairo que su hija ya había muerto, que no tenía sentido molestar a Jesús, porque toda esperanza estaba perdida. Pero Jesús animó al padre, diciéndole: “No temas, cree solamente” (Marcos 5:36). Luego resucitó a la niña y la entregó a sus padres.
Amigo, ¿su caso parece desesperado como el de Abraham o el de Jairo? ¿Lleva mucho tiempo orando con fe, sin obtener respuesta? ¿Le parece que la situación empeora y que toda esperanza se desvanece? Piense en Abraham y su confianza en Dios, piense en la respuesta de Jesús a Jairo. Una pareja demasiado vieja para tener hijos, una niña muerta en su cama… Estos acontecimientos nos prueban que Dios siempre interviene con sabiduría. Tal vez no nos dé exactamente lo que hemos pedido, pero responderá según su voluntad divina, buena, agradable y perfecta, para nuestro bien. Por lo tanto, si nos sentimos al límite de nuestros recursos, no nos desanimemos; apoyémonos firmemente, con fe y confianza, en las promesas de la Palabra de Dios.
Deuteronomio 29 – Juan 19:1-30 – Salmo 119:129-136 – Proverbios 26:27-28