«La víspera del día en que mi marido regresaría de un viaje de negocios, mi hijo me dijo: Mamá, quiero que papá vuelva a casa. Le pregunté por qué, esperando que mencionara los regalos que su padre solía traerle de sus viajes, o porque estaba triste al no poder jugar a la pelota con él. Pero no, en tono serio respondió: ¡Deseo que vuelva porque lo quiero!
Su respuesta me hizo pensar en nuestro Señor y en su promesa de volver pronto: “Vengo en breve”, dijo. Anhelo su regreso, pero, ¿por qué? ¿Será porque estaré en su presencia, fuera del alcance de la enfermedad y la muerte? ¿O porque estoy cansado de vivir en un mundo difícil? ¿O más bien porque después de amarlo durante tanto tiempo, de compartir mis lágrimas y alegrías con él, se ha vuelto más cercano que nadie, y quiero estar con él para siempre?
Me emociona que mi hijo anhele a su padre cuando está ausente. ¡Sería terrible si no le importara su regreso o si pensara que este estorbaría sus planes! ¿Qué sentimos cuando pensamos en el regreso del Señor Jesús? Ojalá podamos anhelar apasionadamente ese día, exclamando con sinceridad: ¡Señor, vuelve pronto! Te amamos».
Levítico 7 – Romanos 4 – Salmo 63:5-11 – Proverbios 16:5-6