A veces nuestras sociedades occidentales se jactan de haber hecho, en pocas décadas, un mundo mejor, más libre y más generoso. ¿Es esto cierto? En realidad, la modernidad no ha cambiado nada a los problemas de la humanidad: desde el final de la última guerra mundial, en 1945, ha habido centenares de conflictos armados, los cuales dejaron un sinnúmero de muertos y desplazados. Cada año millones de personas mueren de hambre; son innumerables los que no tienen acceso al agua potable, los que no tienen casi nada para vivir.
Y qué decir de los problemas de la sociedad, las enfermedades, los dramas personales o familiares… También podríamos hablar de los escándalos políticos y financieros, de la esclavitud publicitaria o de la adicción a los medios de comunicación.
Deseamos el mundo de paz y justicia que Dios establecerá un día, y mientras tanto, ¡anhelemos que él reine en cada corazón y en cada familia! Debemos reconocer que hemos contribuido, cada uno a su nivel, al mal y a la injusticia del mundo. Pero en la cruz de Cristo encontramos la respuesta de Dios, quien entregó a su Hijo por amor a nosotros. Deseamos que cada uno lo invite a entrar en su propia vida, no para cambiar el mundo, sino para volverse a la cruz de Cristo y recibir el perdón de sus pecados, la paz, el gozo y la fuerza.
¡Vale la pena leer la Biblia para saber más, y para creer lo que Dios nos dice por medio de ella!
Levítico 3 – Marcos 16 – Salmo 62:1-4 – Proverbios 15:31-32