«Después de varios años de matrimonio, aún no teníamos hijos. Oré al Señor, lloré y le pedí que nos bendijera con un hijo, como lo había hecho con Abraham y Sara. Me sometí a dolorosos tratamientos médicos, pero esto no sirvió de nada.
Sin hablar de mi sufrimiento, a menudo lloraba, sobre todo cuando me enteraba de que una amiga estaba embarazada. Pero al mismo tiempo, cada vez que oraba, la palabra de Dios me susurraba suavemente al oído a través de este texto de Jeremías (versículo del encabezamiento). Entonces encomendaba otra vez mi vida a Dios con confianza. Él tenía un plan para mi vida, y yo sabía que él es un Dios amoroso.
Cierto día una amiga me llamó: conocía a una mujer embarazada que no quería quedarse con su bebé y buscaba una familia que quisiera adoptarlo. Ella pensó en nosotros; entonces decidimos adoptar ese bebé tan pronto naciera. Ahora la niña está con nosotros y nos llena de gozo. ¡Nunca habíamos pensado adoptar un niño! Dios nos ama y nos dio este maravilloso regalo. ¡Somos padres felices! Dios planea todo con antelación. Este bebé nos trajo tanto amor, serenidad, plenitud… Dios hizo realidad nuestro sueño y cumplió lo que nos había prometido: nos dio un futuro y una esperanza.
Confiemos en nuestro Padre celestial, él no nos decepcionará. Dejemos que Dios guíe nuestras vidas. Su plan es simplemente maravilloso».
Isaías 60 – Marcos 11:20-33 – Salmo 57:1-5 – Proverbios 15:13-14