Espero la aparición del Señor Jesucristo -espero la venida del Hijo de Dios desde el cielo, quien nos llevará allí arriba, para recibir “herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible” (v. 4). Todo lo que tenemos que atravesar aquí en la tierra es solo una prueba para nuestro corazón, la cual Dios considera necesaria antes de llevarnos a donde el Señor quiere que estemos, con él y para siempre.
No hay nada más importante en la práctica, tanto para el trabajo como para el servicio diarios, que esperar de los cielos al Hijo de Dios. Si usted quiere descubrir qué es realmente este mundo, y si quiere consuelo para su alma, esperará de los cielos al Hijo de Dios. Si pertenezco al mundo, entonces no puedo tener el verdadero consuelo que Dios ofrece. El apóstol Pablo dijo: “Si hemos esperado en Cristo para esta vida solamente, somos, de todos los hombres, los más dignos de lástima” (1 Co. 15:19 NBLA). Desde el momento en que espero de los cielos al Hijo de Dios, mi vida está dirigida por Dios hacia un objetivo; y ese objetivo es que mi fe sea “hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”.
¿Cuál sería el efecto de la venida de Jesucristo para usted? ¿Sería un alivio a causa de las muchas tentaciones, ya que su venida lo libraría de ellas? ¿Una sorpresa? ¿La venida del Señor Jesucristo lo encontraría con un montón de cosas de las que debería deshacerse? ¿O tendría este sentimiento: “¡He aquí el final de la espera que pesaba sobre mi corazón! ; Aquel a quien esperaba ha venido a llevarme a sí mismo”. Si toda mi vida descansa sobre esta esperanza, entonces tendré que soportar “si es necesario… diversas pruebas” (v. 6). Sin embargo, para mi alma, la venida del Señor siempre será simplemente esto: Cristo viene para llevarme a él.