Hemos considerado por qué es tan importante el gozo, y en qué consiste, pero ¿cómo recibimos este gozo que nos da el Señor Jesús? Él mismo nos dice cómo poseerlo: “Estas cosas les he hablado para que mi gozo esté en ustedes”. Veamos, pues, lo que acababa de decir en los versículos anteriores; allí encontraremos el secreto del gozo. Jesús dijo que él era la vid y nosotros sus pámpanos y que, si el pámpano permanecía en la vid, entonces produciría gozo. Pero, ¿qué significa exactamente permanecer?

Veamos Juan 15:4: “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí”. El pámpano depende totalmente de la vid y existe solo por ella. Por lo tanto, para tener gozo debemos permanecer total y completamente en la Vid.

El gozo se produce cuando dependemos del Señor Jesús. En el versículo 5 Jesús dice: “El que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. ¿Qué puede hacer un pámpano sin la vid? ¡Nada! Cuando pienso que soy algo, entonces Dios no lo es todo. Y Dios no puede serlo todo hasta que yo me convierta en nada. En el versículo 9 Jesús dice: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor”. Es decir, debemos descansar en Su amor. La Biblia nos dice en Gálatas 5:22 que el gozo es parte del fruto del Espíritu. No podemos crear el gozo; simplemente tenemos que descansar en la Vid.

El Señor Jesús continuó diciendo: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor” (v. 10). Jesús guardó los mandamientos de su Padre. También debemos obedecerlo. No puede haber gozo si no obedecemos.

Sin este gozo auténtico, la vida es como un velero sin su vela en medio del océano. No tendrá nada que le conduzca y poseerá poca motivación. Este gozo solo se encuentra en el Señor Jesús. ¿Tiene usted esta plenitud de gozo? ¡Permanezca en Él!