El Señor está cerca: Lunes 1 Enero
Lunes
1
Enero
Este mes os será principio de los meses; para vosotros será este el primero en los meses del año.
Éxodo 12:2
¿Hacer buenos propósitos o confiar en el Señor?

El primer día del año nuevo es un momento en el que a muchas personas les gusta tomar resoluciones de principio de año. Otros, como Jonathan Edwards, toman resoluciones en cualquier momento del año. Edwards fue una de las principales figuras del «Gran Despertar» en América del Norte durante el siglo 18. En su juventud elaboró una lista de setenta resoluciones. La primera resolución de su lista era: «Tomo la resolución de que voy a hacer todo aquello que piense que sea más para la gloria de Dios, y mi propio bien, beneficio y placer». Sin embargo, su tercera resolución decía: «Resuelvo que si alguna vez caigo o me vuelvo perezoso de tal manera que falle para no mantener estas resoluciones, me arrepentiré de todo lo que pueda recordar, cuando recupere mi sensatez». Evidentemente, sabía que existía una alta probabilidad de fallar en el cumplimiento de sus resoluciones.

Al comenzar un nuevo año, en lugar de tomar una resolución, sería mucho mejor dirigir nuestra vista hacia Cristo. En él no hay fracasos y todos los nuevos comienzos le pertenecen. Vemos un indicio de esto en la primera pascua en Egipto: “Este mes os será principio de los meses” (Éx. 12:2). Esa noche, el sacrificio de un cordero por casa dio paso a un nuevo comienzo para los israelitas. Estarían protegidos del juicio y comenzarían su viaje a una nueva tierra, la tierra prometida. Fue realmente un nuevo comienzo y el inicio como un nuevo pueblo. Todas sus necesidades serían satisfechas a lo largo de su viaje. Pero todo comenzó con la sangre derramada de un cordero.

No necesitamos buenas resoluciones. Necesitamos volver a mirar a Aquel que murió por nosotros. Las resoluciones se rompen con demasiada facilidad debido a la debilidad de nuestra carne. El “Predicador” nos advirtió: “Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas” (Ec. 5:5). Pero Cristo, que nos salvó con su sangre, también nos sostendrá y conducirá durante todos los días de nuestra vida.

Brian Reynolds