El Señor está cerca: Martes 9 Enero
Martes
9
Enero
Todos los ancianos de Israel se juntaron… para ver a Samuel, y le dijeron: He aquí tú has envejecido… constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.
1 Samuel 8:4-5
Saúl, el rey conforme al corazón del hombre

En lugar de dejar que Dios siga gobernando sobre ellos (véase 1 S. 8:7), los hijos de Israel pidieron un rey que resuelva sus problemas. Dios les dio a Saúl, quien se ajustaba a sus gustos naturales. Sorprendentemente, lo primero que sabemos de él es que estaba buscando los asnos perdidos de su padre (1 S. 9:1-3). Mientras que David, el rey conforme al corazón de Dios, estaba al cuidado de las ovejas de su padre (1 S. 16:11). De hecho, Saúl no pudo hallar los asnos que se habían perdido, aunque eventualmente fueron encontrados (1 S. 9:20). David, en cambio, corrió grandes riesgos con el fin de salvar a sus corderos de la amenaza de un león y un oso (1 S. 17:37).

¡Qué lecciones tan instructivas! El asno representa la naturaleza humana débil y turbulenta (véase Job 11:12). El primogénito de los hombres en Israel es comparado con el primogénito de los asnos: ambos debían ser redimidos con el sacrificio de un cordero (véase Éx. 13:13). Mientras que, en toda la Palabra de Dios, las ovejas y los corderos representan a los verdaderos hijos de Dios. Saúl no tenía el corazón ni la capacidad de cuidar a los tales. Podía ser un capitán, pero no fue un pastor.

Además, Saúl era descendiente de Benjamín, una tribu reconocida por su obstinación en el mal (véase Jue. 20:13), motivo por el que se convirtió en la más pequeña de las tribus de Israel (véase 1 S. 9:21). “Saúl” significa ’pedido’, pues fue la respuesta a la demanda carnal del pueblo. Por lo tanto, representa simbólicamente a la carne. Sin embargo, ¿era Saúl realmente apto y capaz de frenar la maldad impetuosa de un pueblo rebelde? La historia de Saúl nos recuerda que la carne nunca podrá acabar con la carne. ¿Hemos aprendido esto en las dificultades de la Iglesia? Lo que nuestros esfuerzos carnales solo pueden agravar, el Espíritu Santo, con su poder y gracia, puede eliminarlo por completo. ¡Cuántas veces, esta ha sido la experiencia en la historia de la Iglesia de Dios en la tierra!

Simon Attwood