El Señor está cerca: Miércoles 31 Enero
Miércoles
31
Enero
Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
Marcos 10:17
Un joven excepcional

Este joven poseía varias características excepcionales. Estaba lleno de ardor juvenil, pues corrió hacia Jesús. Estaba dispuesto a admitir la superioridad de Cristo, pues se arrodilló reverentemente ante él. Deseaba hacer lo correcto, pues preguntó: “¿Qué haré… ?”. Exteriormente, su carácter era excelente. No se había corrompido por la práctica constante del pecado, pues había guardado la ley exteriormente. De manera que, todas estas cosas agradables en su carácter atrajeron la estima y el amor del Señor. J. N. Darby escribió: “[El joven] era amable y estaba dispuesto a aprender lo bueno; había sido testigo de la excelencia de la vida y las obras de Jesús, de manera que su corazón se conmovió con lo que había visto”.

Sin embargo, toda esta excelencia natural hizo que no apreciara verdaderamente la Persona y la gloria de Cristo, y lo encegueció para no ver al verdadero estado de su corazón y su necesidad. Pudo discernir la excelencia de Cristo como hombre, pero no pudo ver la gloria de su persona como Hijo de Dios. La naturaleza, por excelente que sea, no puede discernir que Cristo es Dios. El Señor, tomando al joven en su propio terreno, no acepta que el hombre sea bueno: “Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios” (v. 18). Efectivamente, Cristo era bueno, pero no simplemente como hombre: él era Dios. Siempre fue Dios, y Dios se hizo hombre sin dejar de ser, o poder dejar de ser, Dios.

Además, al no poder comprender su necesidad, el joven no pregunta “¿Qué debo hacer para ser salvo?”, sino: “¿Qué haré para heredar la vida eterna?”. Su disposición natural lo cegó al hecho de que, a pesar de todas sus buenas cualidades, era un pecador perdido que necesitaba la salvación. Esto demuestra claramente que no hay nada bueno en el hombre para ofrecerle a Dios. Un carácter excelente no significa que el corazón se encuentre en un correcto estado moral.

Hamilton Smith