El Señor está cerca: Domingo 14 Enero
Domingo
14
Enero
José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos… vino… También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas.
Juan 19:38-40
José de Arimatea (2)

El apóstol Juan escribió este evangelio, por inspiración divina, al menos una generación después que hubieran escrito sus relatos los otros escritores de los evangelios. En su relato, él nos revela que José de Arimatea era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos. Evidentemente, sus compatriotas no habían descubierto el aprecio que José tenía por Jesús.

En su bondad, Dios mantuvo oculta esta información hasta años después de la muerte de José. Por otro lado, la narrativa resalta su valentía al acudir a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Jesús había sido crucificado, un castigo reservado, según la ley romana, a los criminales que no fueran ciudadanos romanos. Mientras que, según la ley del Sinaí, todo el que fuera colgado en un madero era considerado maldito. Sin embargo, fue en este momento que José, aquel prominente y adinerado miembro del sanedrín judío, tomó abiertamente la posición de alguien que amaba y honraba a Jesús, sin importarle lo que otros pudieran pensar. ¡Qué tremendo ejemplo!

Vemos también a Nicodemo, quien también se posicionó valientemente del lado del Señor Jesús. Este fue el que se acercó a Jesús de noche y que después se pronunció en contra de condenarlo sin escuchar lo que tenía que decir. Ahora, en el momento de la sepultura de Jesús, Nicodemo trajo consigo cien libras de una mezcla de mirra y áloes, una ofrenda costosa, para preparar el cuerpo de Jesús.

Además, ambos hicieron esto sin preocuparse por el hecho de que manipular un cadáver era, según la ley, profanar la tierra, y sin importarles que la fiesta estaba a punto de comenzar. Estos dos discípulos envolvieron amorosamente el cuerpo de Jesús en lienzos de lino, con aquellas especias aromáticas y lo sepultaron en un sepulcro nuevo.

Eugene P. Vedder, Jr.