Parece ser que Nahúm profetizó durante el reinado del piadoso rey Ezequías, cuando el rey de Asiria invadió el país. Consideremos las tres expresiones del versículo citado.
1. Jehová es bueno. A veces nuestras circunstancias son buenas, y a veces son malas, tal como lo experimentó Ezequías. Sin embargo, es maravilloso saber que nuestro Dios es siempre bueno. “Bueno eres tú, y bienhechor” (Sal. 119:68). Él nos ama y todas las circunstancias que permite en nuestras vidas provienen de su corazón amoroso; siempre actúa según sus propósitos. En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo escribió lo siguiente desde una prisión romana: “Regocijaos en el Señor siempre” (Fil. 4:4). No siempre podemos alegrarnos de nuestras circunstancias, pero siempre podemos alegrarnos en el Señor porque él es bueno.
2. Una fortaleza en el día de la angustia. Todas las ciudades fortificadas de Judá habían sido tomadas por el rey de Asiria, y parecía que la propia Jerusalén caería en manos del enemigo. Pero el Señor es una fortaleza que nunca caerá. En el día de angustia, cuando parece que todo a nuestro alrededor se desmorona, podemos escapar a este lugar fuerte y encontrar descanso y seguridad.
3. Él conoce a los que confían en él. ¡Qué maravilloso saber que Dios nos conoce! No solo conoce nuestro nombre (Jn. 10:3), sino que ha contado hasta los cabellos de nuestra cabeza (Lc. 12:7). El Señor nos dice que, así como el Padre lo conoce, él mismo conoce a sus ovejas (Jn. 10:14-15). ¡Qué conocimiento tan perfecto e íntimo! La palabra hebrea para confianza en este versículo de Nahum da la idea de un refugio. Esperamos que cada uno de nuestros lectores tenga al Señor como refugio del juicio eterno; y también deseamos que nosotros, como creyentes, lleguemos a conocerlo mejor, para que lo conozcamos como nuestro refugio y nuestra fortaleza en las circunstancias diarias de nuestra vida.