«Una joven madre, desesperada, dejó a su bebé recién nacido en el pesebre navideño ubicado a la entrada de una iglesia en Nueva York. Lo envolvió cuidadosamente antes de colocarlo allí, ¡y el bebé sobrevivió!
Aquí la historia se vuelve personal para mí. Como hijo adoptado, no tengo idea de las circunstancias que rodearon mi nacimiento. Sin embargo, nunca me he sentido abandonado, y estoy seguro de una cosa: tengo dos madres que querían que viviera. ¡Una me dio la vida, la otra invirtió su vida en mí!
El libro del Éxodo relata la historia de una madre que se hallaba en una situación desesperada. El faraón había ordenado la muerte de todo niño varón que naciera (Éxodo 1:22). Moisés nació y su madre lo escondió todo el tiempo que pudo. Pero cuando el niño cumplió tres meses, lo puso en una canastilla calafateada con asfalto y brea y lo colocó en la orilla del río Nilo.
Cuando dejó a su bebé en el río, esta mujer de fe no sabía qué sucedería con él. Si trataba de ocultarlo más tiempo, corría el peligro de que lo descubrieran y lo mataran. Entonces, costara lo que costara, esta madre confió en Dios, y él le respondió de una manera extraordinaria. Moisés fue adoptado por la hija del Faraón, y más tarde Dios lo llamó para que sacara a su pueblo de la esclavitud en Egipto. Padres cristianos, confiemos al Señor todo lo concerniente a nuestros hijos. Él los ama y los guardará, ¡tiene un plan para ellos!».
Jueces 15 – Apocalipsis 17 – Salmo 146:8-10 – Proverbios 30:21-23