Cada uno de nosotros puede estar desanimado en un momento u otro de su vida cristiana. Pero la Biblia nos da los recursos para luchar contra este desánimo: es la armadura completa de Dios (leer Efesios 6:11-17). El “escudo de la fe”, en particular, nos permite “apagar todos los dardos de fuego del maligno”. Por ejemplo, cuando el diablo nos sugiere: «¿Dónde está la promesa del regreso de Jesús?». Observemos que él asalta más particularmente a los que quieren vivir cerca de Jesús y servirle.
En su Palabra, Dios nos invita a confiar en él: “En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación… él es mi esperanza. Él solamente es mi roca y mi salvación. Es mi refugio, no resbalaré” (Salmo 62:1-6). “El Señor es la fortaleza de mi vida” (Salmo 27:1). Sea que Satanás se presente como el león rugiente, o como la serpiente astuta, nuestros recursos siempre están en Aquel que lo venció en la cruz.
Necesitamos el apoyo y el consuelo de Dios. “Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas” (Isaías 40:29). Jesús nos invita a confiar en él cada día y a entregarle las preocupaciones del mañana: “No os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mateo 6:34).
“Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” (2 Corintios 12:9).
Jeremías 27 – 1 Corintios 2 – Salmo 99:1-5 – Proverbios 22:1-2