Quien ama a Cristo guarda su Palabra. Existe una diferencia entre guardar sus mandamientos y guardar su Palabra. Un mandamiento es una orden específica. Obviamente usted no querrá desobedecer sus mandatos, pero ¿guardará su Palabra? ¿Qué significa esto? Permítame presentar una pequeña ilustración.
Una mañana, al salir de casa, una madre llamó a su hija y le pidió que hiciera varias cosas mientras ella no estuviera; luego le dio un listado de esas varias cosas que hacer para cuando ella volviera. Al regresar, pudo comprobar que su hija había obedecido, realizando todo lo que le había pedido. Entonces, queriendo seguir con las otras tareas de la casa, la madre se dio cuenta que su hija ya lo había hecho todo. Cuando le preguntó, la hija le respondió que lo hizo para complacerla, pues la amaba. La hija había guardado las palabras de su madre. El afecto la impulsó y nuestro afecto es lo que el Señor valora por encima de todo.
Observen lo que el Señor dice aquí: “El que me ama, mi palabra guardará… Y vendremos a él, y haremos morada con él”. Supongan que guardan sus mandamientos, ¿qué sigue? -“Yo le amaré, y me manifestaré a él”. “Guarda mis mandamientos”, dice el Señor, “y te visitaré”; “guarda mi palabra, y mi Padre y yo haremos nuestra morada contigo. No nos contentaremos con simplemente hacerte una visita, sino que vendremos permanentemente a morar contigo, para que disfrutes de nuestra compañía”. Hay una profundidad insondable de bendiciones que el Señor pone a nuestro alcance en este pasaje. Que busquemos conocerlas cada vez mejor, para que esta morada del Padre y del Hijo se realice en cada uno de nosotros.