Dicen que ningún hombre es una isla. Vivimos en una época de marcado individualismo. Muchas veces la realidad es que no queremos depender de los demás. En estos versículos, Pablo nos recuerda que cada cristiano tiene un don, y que Dios ha dado estos dones para que el Cuerpo pueda crecer de manera equilibrada. Sin embargo, cada miembro debe ejercer su don por la fe. Puede que no veamos el resultado de nuestro ministerio, pero Dios lo ve y lo bendice.
Si intentamos alejarnos, no solo sufriremos nosotros, sino también el Cuerpo. Si en una reunión local un don ocupa demasiado espacio por encima de todos los demás, o si algunos dones son infravalorados o subestimados, todo el Cuerpo se resiente (1 Co. 12). En el Nuevo Testamento encontramos la expresión “unos a otros” (con variaciones como “unos por otros”, “unos con los otros”, etc.) unas cien veces, y de todas estas expresiones, ¡la mitad de ellas dan instrucciones a los que siguen a Jesucristo! Nos necesitamos unos a otros, y los dones espirituales son herramientas para la edificación de la Iglesia, no juguetes con los que distraerse (1 Co. 14:12, 20-22, 26), ni armas con las que pelear unos contra otros (1 Co. 1:11-13). Sin embargo, esto era lo que estaba pasando en la iglesia en Corinto, ¡y lo que sucede frecuentemente en la actualidad!
El énfasis del versículo de hoy es que los miembros son considerados como parte de un Cuerpo “en Cristo” y, como tales, tienen unidad. Por lo tanto, como miembros del mismo Cuerpo, compartimos las mismas alegrías, los mismos privilegios y la misma responsabilidad los unos para con los otros. ¡Nos necesitamos mutuamente y somos guardas de nuestros hermanos! ¡Pase más tiempo orando esta semana por cada miembro de su iglesia local! Pregúntele al Señor cómo lo puede utilizar para fortalecerlos y animarlos, ¡porque nos necesitamos unos a otros!