El Señor está cerca: Sábado 15 Julio
Sábado
15
Julio
La sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.
Éxodo 12:13
El valor de la sangre de Cristo

Este versículo presenta, en figura, la gloriosa verdad del valor de la sangre de Cristo. Es tan preciosa y de tan infinito valor a los ojos de Dios, que no juzgará a nadie que se refugie bajo ella; pero no perdonará al pecador que la rechace. Dios no puede negar a un santo el acceso al cielo; pero no puede permitir que ni un solo pecador escape del lago de fuego. La cristiandad (la parte cristianizada del mundo; la profesión sin vida) es culpable de negar la necesidad de la sangre de Cristo para salvación.

Pedro advierte acerca de los falsos maestros que había entre el pueblo de Israel, y de los falsos maestros que también estarían (y están) entre nosotros, los cuales “negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina” (2 P. 2:1). No hay esperanza para los apóstatas, pero hay esperanza para todo el que confíe en la sangre de Jesucristo para su salvación, porque sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados. Es la sangre de Cristo la que nos limpia de nuestros pecados, y la que nos redime de su esclavitud. Es la sangre la que nos santifica, y la que quita nuestros pecados. Es la sangre la que purga nuestra conciencia del sentimiento de culpabilidad ante Dios, y que nos da valentía para entrar en la misma presencia de Dios. Tan eficaz es la sangre de Cristo, la cual derramó en la cruz, que Dios lo ha sentado a su diestra en el cielo.

Los hijos de Israel, actuando con fe, habían puesto sangre en los postes y dinteles de sus casas, y estuvieron perfectamente a salvo cuando pasó el ángel destructor. Los egipcios que se habían negado a ponerse bajo el refugio de la sangre gritaron de angustia, pues esa noche todos los primogénitos en sus casas murieron bajo el juicio de Dios.

Richard A. Barnett