¡Qué rápido pueden producirse cambios extraordinarios! Mardoqueo, del que se hablaba que iba a ser ahorcado esa mañana, se convirtió en el hombre al que el rey se complació en honrar. Amán, quien quería matarlo, tuvo que conducirlo por las calles de la ciudad, vestido con vestiduras reales y montado en el caballo del rey. La atroz conspiración de Amán quedó al descubierto y fue ahorcado. Mardoqueo fue ascendido a la posición más alta del reino. Mardoqueo y Ester habían añadido una ley, además de la ya escrita por Amán para el exterminio de los judíos, permitiéndoles defenderse de sus enemigos y tomar sus propiedades.
Mardoqueo salió entonces de la presencia del rey, vestido con un suntuoso traje real y con una gran corona de oro. Los judíos gritaron de alegría y se regocijaron; su luto había terminado. Fue sustituido por la luz, la alegría y el honor. El mismo día en que se iba a poner en acción la ley que amenazaba la vida del pueblo judío, 500 enemigos fueron asesinados en Susa y 300 al día siguiente, junto con 75. 000 más en el resto del imperio (9:6, 15, 16).
Aunque su nombre no se menciona en este libro, ¡Dios había obrado poderosamente! Él ama a su pueblo con un amor eterno. Cuida fielmente de los suyos. Mardoqueo y Ester escribieron entonces a todos los judíos pidiéndoles que establecieran la fiesta anual de Purim, con el propósito de conmemorar esta gran liberación. ¡Qué maravilloso que nosotros también podamos recordar, con corazones agradecidos, las asombrosas misericordias que experimentamos de parte de Dios!