Los Evangelios dan testimonio de las obras que Jesús realizó en la tierra. ¿Por qué es tan importante para nosotros este testimonio?
1. Porque estas obras nos revelan la gloria de Cristo. Así como las lámparas del candelabro de oro puro del tabernáculo en el desierto brillaban “ante él” y sacaban a la luz la perfección de su material y sus magníficos ornamentos (Éx. 25:37), así los actos de gracia de Jesús manifestaban la gloria de su Persona, trayendo gracia y verdad (Jn. 1:17).
2. Las obras poderosas de nuestro Señor eran las de su Padre, quien habitaba en él (Jn. 14:10). Por lo tanto, revelan este secreto -Cristo y su Padre son uno- y muestran que el Padre estaba plenamente satisfecho con todo lo que su Hijo realizó. Jesús dio al Padre la oportunidad de declarar: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mt. 3:17). Y como tal, es digno de nuestra adoración.
3. La memoria de estas obras poderosas que hizo el Señor Jesús ha sido escrita en la Biblia para nuestra bendición y salvación, como dice el versículo de hoy: “Para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre”. Es la fama que ellas le han dado, la gloria que ellas han revelado, el amor del Padre por el Hijo que ellas han hecho evidente, la gracia y el amor por usted y por mí que ellas han manifestado, de lo que estas obras son la prueba segura. ¿Por qué Jesús habría venido a un mundo que se le oponía tanto, si no fuera para morir por nuestros pecados y resucitar para nuestra justificación (Ro. 4:25; véase Lc. 24:26, 46, 47)!