El Señor está cerca: Martes 29 Octubre
Martes
29
Octubre
Vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo, de tal manera que habéis sido ejemplo.
1 Tesalonicenses 1:6-7
Imitadores y ejemplos

Los tesalonicenses se convirtieron en imitadores de Pablo, Silvano y Timoteo, quienes trabajaron arduamente entre ellos, mostrando una conducta piadosa, justa e irreprochable. También imitaron al Señor, quien “por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y… sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo” (He. 12:2-3). También imitaron a las iglesias en Judea, que sufrieron las mismas persecuciones por parte de sus propios compatriotas (véase 1 Ts. 2:14).

Imitaban a Cristo de tal manera, que cuando otros creyentes escuchaban acerca de su fe y cómo recibían la Palabra de Dios, se llenaban de gozo delante de Dios. Se sintieron muy conmovidos y alentados al escuchar cómo perseveraban en la obra de fe, en el trabajo de amor y en la paciencia de la esperanza en Cristo (v. 3). Especialmente porque vivían situaciones de mucha tribulación. Además, al saber que lo hacían con el gozo del Espíritu Santo, los creyentes tesalonicenses terminaron convirtiéndose en un ejemplo vivo de lo que significa ser cristiano.

¿Cuál era su secreto para que nosotros también podamos ser ejemplos, tanto a nivel individual como en nuestras iglesias locales? Tenían ante ellos una gran esperanza: la venida del Señor Jesús. Esto los impulsaba a ser pacientes en medio de sus dificultades. Impulsados por el amor del Señor y conscientes de cuánto él los amaba y había sufrido por ellos, trabajaban arduamente porque eran amados profundamente. Así, su obra de fe era abundante. Esta esperanza los convirtió en ejemplos de fe, amor y esperanza.

Cuando escuchamos a nuestro Señor Jesús decir: “Sí, vengo pronto”, nuestros corazones se sienten impulsados a guardar su Palabra y a no negar su Nombre, incluso en medio de la tribulación. “Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Ap. 22:20).

Alexandre Leclerc