José tenía alrededor de 17 años cuando recibió la túnica de diversos colores. Esto lo distinguía públicamente como el “primogénito” entre sus hermanos, aunque en realidad era el undécimo y el segundo más joven. Aunque Rubén era el primogénito en términos de orden de nacimiento, había perdido sus derechos como primogénito debido a su mal comportamiento. Por lo tanto, el derecho de primogenitura fue transferido a José (1 Cr. 5:1-2). La túnica lo señalaba como el heredero y el administrador de la herencia familiar, ya que como primogénito recibiría una doble porción.
Estos hechos y el amor especial que Jacob tenía por José provocaron envidia y enemistad en sus hermanos, quienes no dudaron en hacérselo notar. El favoritismo de los padres hacia un hijo puede tener un impacto negativo en los demás hijos. Además, Jacob amaba más a Raquel que a Lea (Gn. 29:30). Como resultado, los hijos de Lea crecieron con una profunda ira. Cuando su hermana Dina fue violada, Leví y Simeón respondieron de manera violenta (Gn. 34).
Debido a que Jacob no reconoció los problemas en sus relaciones familiares, cosechó las consecuencias en los años siguientes. Sin embargo, Dios, en su soberanía y gracia, pudo usar todas las circunstancias en esta familia para su gloria y la bendición de muchos (Gn. 50:20). José era digno del favor especial que recibió debido a su carácter distintivo y a las circunstancias de su vida. Su historia se convierte en uno de los ejemplos más preciosos de nuestro Señor Jesucristo.