A principios del siglo XX (20), el psiquiatra Carl Gustav Jung escribió: «El hombre no puede soportar una vida sin sentido». Esta frase sigue siendo muy actual. Detengámonos a pensar en lo que da sentido a nuestra vida.
Acaban de cancelar el proyecto en el que llevábamos tanto tiempo trabajando; los ahorros que teníamos se esfumaron en un abrir y cerrar de ojos, debido a circunstancias imprevistas. De repente, la muerte de un ser querido nos recuerda que la vida es corta y frágil…
Quizás usted haya oído a los cristianos decir: «Dios da sentido a mi vida». ¿Qué significa esto concretamente? Los creyentes pueden pasar por tantas dificultades como los que no creen, pero tienen la certeza de que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28). ¿Cómo es posible? Dios tiene un plan para cada uno de nosotros, y todos los acontecimientos que permite en nuestra vida son parte de ese plan. Si confiamos en él y dejamos que dirija nuestras vidas, entenderemos por qué estamos en la tierra y qué nos tiene reservado. Para cada uno de los que leen estas líneas, Dios tiene “pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11). No pasemos al lado de esta promesa, captemos lo que es verdaderamente la vida en Cristo, ahora y para siempre.
“Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna” (1 Timoteo 6:18-19).
Levítico 25:1-28 – Efesios 4:1-16 – Salmo 71:7-11 – Proverbios 17:11-12