Dios conoce de antemano las oraciones que le vamos a dirigir y prepara la respuesta para el momento oportuno según su sabiduría.
– José había sido encarcelado injustamente, y oraba. Pasó mucho tiempo, hasta que tuvo la oportunidad de ayudar a un prisionero que pronto sería liberado. José le rogó que se acordase de él cuando saliera de la cárcel, y esperaba que gracias a él pronto sería libre; pero el hombre lo olvidó completamente. Pasaron dos años más antes de que José fuese liberado (Génesis 40:23; 41:1-40). Su paciencia fue puesta a prueba, pero su fe no fue decepcionada. ¡Dios no lo había olvidado! La liberación fue completa: José se convirtió en gobernador de todo Egipto.
– El rey Ezequías estaba enfermo. Dios envió al profeta Isaías para que le dijera que ordenara su casa porque iba a morir. El rey oró y lloró mucho. Entonces Dios dijo a Isaías que se devolviera y dijera al rey que su vida sería prolongada. La respuesta de Dios a Ezequías fue muy rápida, y tres días después fue sanado (2 Reyes 20:5-7).
– El profeta Daniel oró fervientemente, y solo después de tres semanas un ángel se le apareció. Sus oraciones fueron oídas desde el primer día, pero hubo oposición para su cumplimiento (Daniel 10:12). Esta escena muestra que a veces la oración toma el carácter de una verdadera lucha contra los poderes espirituales de maldad (Efesios 6:12). Dios escucha la oración desde el primer momento, incluso si la respuesta tarda en llegar.
Levítico 22 – Efesios 1 – Salmo 69:29-36 – Proverbios 17:5-6