Solemos dar gran importancia a nuestros sentimientos e impresiones. Pero, en la vida cristiana, es esencial fundar nuestras convicciones en la Palabra de Dios.
He aquí algunos ejemplos para animarnos:
– No me siento salvo. Sin embargo, está escrito: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos 16:31). ¡Yo creo, por lo tanto soy salvo, Dios lo afirma!
– No siento la presencia del Señor conmigo. Sin embargo, está escrito: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). ¡Él está con nosotros!
– Cuando oro, a veces siento que Dios no me escucha. Sin embargo, está escrito: “El que hizo el oído, ¿no oirá?” (Salmo 94:9). ¡Dios siempre escucha mi oración!
– No siento su amor. Sin embargo, está escrito: “El Hijo de Dios… me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). ¡Jesús me ama y lo ha demostrado!
– Todo es difícil, siento que Dios me abandona. Sin embargo, está escrito: “Él dijo: No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5). ¡Dios no me abandona, ¡él mismo lo dice!
– Llevo mucho tiempo orando, y nada cambia. Siento que Dios me olvida. Sin embargo, está escrito: “Yo nunca me olvidaré de ti” (Isaías 49:15). ¡Dios nunca me olvida!
La expresión “escrito está” da la verdadera certeza al cristiano. Sus sentimientos e impresiones son variables, pero la Palabra de Dios es inmutable, sólida como una roca.
Levítico 13:29-59 – Romanos 9 – Salmo 66:16-20 – Proverbios 16:19-20