Proverbios 11:30 dice: “El que gana almas es sabio”. Esta sabiduría es más elevada que la de los filósofos, porque tiene consecuencias eternas. Se necesita mucho más que solo conocimiento para ganar almas: se necesita sabiduría para aplicar correctamente el conocimiento. Ganar tan solo un alma puede requerir mucho tiempo y paciencia. Es importante que vivamos a Cristo, y no que solo lo prediquemos, para que así otros vean que el Señor Jesús es lo más importante en nuestras vidas.
Las personas que no se enfocan en las cosas terrenales, sino en “las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios” (Col. 3:1), “resplandecerán como el resplandor del firmamento”. Si nos aferramos a las cosas de esta vida y vivimos como si el presente fuera suficiente, otros verán que nuestras mentes no están en las cosas celestiales y no se sentirán atraídos a nuestro Salvador a través de nuestro testimonio.
Una madre cristiana tiene la maravillosa oportunidad de guiar a sus hijos hacia el Señor si les muestra constantemente que su enfoque no está en las cosas terrenales, sino en las celestiales. Las cosas terrenales tienen su debido lugar, pero solo cuando le damos al Señor Jesús el primer lugar, podremos manejarlas correctamente. Esto incluye las tareas diarias, las responsabilidades familiares, el trabajo secular, etc. Si ponemos al Señor Jesús en primer lugar en todo lo que hacemos, sin avergonzarnos de confesar su nombre y asumiendo fielmente cada responsabilidad, esto servirá para representarlo de tal manera que otros se sientan atraídos a confiar en él. Esta es la forma de ganar a las personas, en lugar de presionarlas.