El uso de tipos y figuras es un medio muy efectivo tanto para el maestro como para el predicador. En Hechos 7, Esteban habla de los profetas rechazados y se refiere a Moisés como aquel a quien los padres rechazaron (vv. 25, 35, 39). En medio de su discurso, Esteban declara: “Este Moisés es el que dijo a los hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis” (v. 37). Sin embargo, al final del mensaje, afirma que sus oyentes no habían recibido al Justo que había sido anunciado, sino que lo habían traicionado y asesinado.
Esteban utilizó a Moisés rechazado como un tipo del Cristo rechazado. El resultado fue conmovedor, aunque no positivamente: los oyentes se sintieron tan estremecidos que apedrearon a Esteban hasta la muerte. Aunque la respuesta fue hostil, revela el poder de usar historias bíblicas, ilustraciones y tipos al presentar las Escrituras. Debido a que Esteban aplicó de forma efectiva las figuras bíblicas, el mensaje fue comprendido con claridad.
Es sorprendente pensar que no solo podemos utilizar tipos, figuras y ejemplos, sino que, en cierto sentido, podemos serlos nosotros mismos. Pablo instruyó a Timoteo para que fuese “ejemplo de los creyentes” y a Tito para que fuese “ejemplo de buenas obras” (1 Ti. 4:12; Tit. 2:7). Como ejemplos, podemos presentar la obra de la gracia de Dios en nuestros propios corazones a aquellos que observan. Si alguien no lee las Escrituras, entonces que pueda ver a Cristo en nosotros.