La Biblia nos habla de él desde sus primeras páginas, cuando Dios anuncia, después del primer pecado del hombre, que un día habría un Salvador, el cual aplastaría la cabeza de la serpiente. Más adelante, en los textos del Antiguo Testamento, Abraham, Moisés, David y los profetas anunciaron la venida del Mesías, el Cristo.
El Nuevo Testamento comienza por los cuatro evangelios. Son cuatro relatos donde Jesucristo, el Hijo de Dios, aparece como un hombre en la tierra, quien vino para cumplir perfectamente la voluntad de Dios. Su obediencia lo condujo hasta la cruz, sobre la cual aceptó morir. Allí sufrió en nuestro lugar el juicio que nosotros merecíamos por nuestra desobediencia a Dios. Murió, pero Dios lo resucitó. Jesucristo salió de la tumba demostrando que había vencido incluso a la muerte (Hebreos 2:14-15).
Luego Jesús fue llevado al cielo y Dios lo hizo sentar a su diestra, probando así que estaba satisfecho con su obra cumplida en la cruz. Ahora el Señor Jesús se ocupa de nosotros. Aunque esté junto a Dios el Padre, también está con nosotros para hacernos bien, para aconsejarnos, animarnos y librarnos del mal.
Pero esto no ha terminado. Jesucristo vendrá pronto a buscar a los que han creído en él. Jesús prometió: “Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:3). ¡Qué esperanza para los creyentes estar con el Señor para siempre!
Jueces 14 – Apocalipsis 16 – Salmo 146:1-7 – Proverbios 30:18-20