Debemos velar para no dejarnos sorprender por el diablo, que “anda alrededor” de nosotros; debemos velar como aquellos que esperan a su señor, velar manteniéndonos en oración: “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Colosenses 4:2). “Velad, pues, en todo tiempo orando” (Lucas 21:36). Tenemos que velar siendo sobrios. “Sed sobrios, y velad” (1 Pedro 5:8). “Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios” (1 Tesalonicenses 5:6).
“Bienaventurado el que vela” (Apocalipsis 16:15).
“Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad” (Marcos 13:37).
“Velad conmigo” (Mateo 26:38).
Éxodo 31 – Hechos 21:17-36 – Salmo 34:15-22 – Proverbios 11:27-28