No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
(Jesús dijo:) He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Si el camino es oscuro,
Y ya nada claro veo,
Aun en medio de la noche,
Y en la sombra oigo su voz:
“¿Por qué tiemblas, mi corazón?
¿De qué puede haber temor?
Tú y yo andemos juntos,
Yo soy Jesús, tu Salvador”.
Si el camino se desvía
Y no veo mi sendero,
Allí en duda alma mía
Buscas un guía humano.
Si mi pie se tambalea,
Tú me dices, fiel Amigo:
“Tú y yo, sigamos juntos,
Yo te sostendré la mano”.
De modo que hora tras hora
Te sigo Señor amado,
Que yo viva o que yo muera,
A ti quedo aferrado.
Tú me tomas de la mano,
Tú me muestras el camino,
Y así seguimos juntos,
Con mi mano en tu mano.
En tu poderosa mano
Mi mano se fortalece,
Y mi tambaleante andar
Junto a ti desaparece.
Desde que tú lo conduces
Tu hijo ya no titubea,
Sí Señor, andemos juntos,
Yo te sigo, pues tú guías.