El primer versículo citado confirma que hay un más allá después de la muerte. Esta afirmación de la Biblia excluye totalmente la teoría de la reencarnación, la cual da a entender que el mismo ser sobreviviría a sí mismo en el transcurso de varias existencias en diferentes cuerpos. Si fuera así, esto exigiría varias muertes para pasar de un cuerpo a otro.
Esta declaración también excluye la hipótesis de una aniquilación final, que significaría que la historia de cada uno de nosotros termina con su vida terrenal, como la del animal. ¡Realmente hay un más allá! La muerte no es el fin. Los que han muerto esperan, de manera diferente para cada uno, su suerte final.
– El incrédulo, atormentado en su alma, tendrá que comparecer ante el Dios santo, quien lo juzgará según sus propias obras (Lucas 16:24; Apocalipsis 20:11-15).
– El creyente tiene la vida eterna. No irá a juicio, porque Jesús llevó el castigo por sus pecados. Espera junto a su Salvador el día de la resurrección (1 Tesalonicenses 4:13-18).
Cada uno, personalmente, debe arreglar este imperioso asunto ahora en la tierra. La ilusión de alguna clase de amnistía general que concedería el paraíso a todos los seres humanos, beneficiándolos con un perdón universal, es falsa. La Biblia es clara. Nadie tendrá una segunda oportunidad en otra vida, después de la muerte. Crea
Éxodo 14 – Hechos 10:25-48 – Salmo 28:6-9 – Proverbios 10:26