Estas cartas a las siete iglesias de Asia describen en varios cuadros sucesivos la historia de la cristiandad responsable. El Señor se presenta a cada una de estas iglesias, hace un preciso inventario de lo que encuentra y de lo que no encuentra en ellas, exhorta y promete su recompensa al vencedor.
En Éfeso aparentemente todo estaba lo mejor posible (v. 2-3). Pero el Señor mira el corazón (1 S. 16:7). Lamentablemente, no ve más la respuesta a su propio amor, ¡pues este ya no ocupaba el primer lugar! Si un río es cortado en su fuente, la gente que vive cerca de su desembocadura no lo notarán enseguida. Mientras corra el agua, las orillas permanecerán verdes; durante algún tiempo todavía mostrarán la misma apariencia. ¡Ah, queridos amigos, hagámonos la siguiente pregunta!: ¿Qué pasa, no con nuestro celo, sino con nuestro amor por Cristo? Para detener esta decadencia, el fiel Señor usa un medio extraño: la prueba. Da libertad para que el poder de Satanás actúe.
Después de Éfeso (la amable) viene Esmirna, que significa ’la amarga’. Fue la época de los mártires bajo el dominio de los crueles emperadores romanos de los siglos 2 y 3. Los cristianos de Esmirna tuvieron la oportunidad de demostrar su amor por su Salvador al serle fieles hasta la muerte.