La historia de la caída de Eutico no solo tiene una aplicación moral para nosotros como cristianos individualmente, sino que hay una lección profética en relación con la Iglesia. Mientras escuchaba a Pablo predicar, Eutico se quedó dormido y cayó desde el tercer piso.
En los últimos días de la vida del apóstol Pablo, los cristianos se apartaron de sus enseñanzas (véase 2 Ti. 1:15; 4:10-11), omitiendo elementos importantes de su doctrina. En el siglo 3 de la era cristiana, las verdades acerca de la Iglesia y el inminente regreso de Cristo se habían olvidado casi por completo. De esta manera, “mientras dormían los hombres” (Mt. 13:25), Satanás trabajó para socavar el testimonio cristiano, y la Iglesia se deslizó gradualmente hacia la oscuridad de la Edad Media, tal como el Señor lo había profetizado con las parábolas de la cizaña, la semilla de mostaza y la levadura (Mt. 13:24-33). En estas parábolas, el Señor nos enseña que se requiere vigilancia y esfuerzo para mantener lo que se nos ha confiado. Si no lo hacemos, entonces el diablo sembrará sus imitaciones venenosas. Desafortunadamente, esto es justamente lo que sucedió y sigue sucediendo. Desde un punto de vista humano, podríamos llegar a pensar que el testimonio cristiano, en su verdad y sencillez, se ha perdido por completo. Así como Eutico fue “levantado muerto”.
Sin embargo, Pablo les dijo a los creyentes reunidos en Troas: “No os alarméis, pues está vivo”. De manera similar, Dios despertó a la Iglesia de su letargo durante la Reforma y permitió una completa recuperación de la doctrina de Pablo a principios del siglo 19. Después de que Eutico fue revivido, leemos que Pablo predicó hasta el “alba” (v. 11) -lo cual es una señal profética de que la doctrina de Pablo seguirá vigente hasta la venida del Señor.