No es difícil de interpretar el significado del cabello largo del nazareo, pues 1 Corintios 11:14-15 nos da la clave para entenderlo. “La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello”. El cabello largo de la mujer da testimonio de la autoridad bajo la que se encuentra. La larga cabellera del nazareo mostraba, por otra parte, que se había humillado a sí mismo. El nazareo tomaba así el lugar de la dependencia. Renunciaba a sus derechos y se convertía en nada. El nazareo cristiano, en su separación práctica con el Señor, ama el lugar de humillación y se deleita en seguir a Aquel que se despojó a sí mismo y tomó el lugar de siervo. Quiera Dios dar al escritor y a cada lector de estas líneas un anhelo más profundo de vivir como un verdadero nazareo, separado para el Señor.
El voto del nazareo llegaba a su fin en algún momento. Nuestra separación es solo mientras estamos en el desierto. El nazareo podía volver a tomar vino cuando su voto había llegado a su fin. Los creyentes tienen por delante un tiempo de alegría, un día en el que se cumplirán las palabras del Señor: “No beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.” (Mt. 26:29). En ese momento, en su presencia, liberados completamente del pecado y de un mundo malvado, tendremos un gozo interminable, y en vez de ocupar el lugar de la humillación seremos exaltados y compartiremos su trono junto con él.
La bendición con la que termina este capítulo ofrece una preciosa revelación del Dios trino (vv. 24-26). El nombre de Jehová fue invocado tres veces sobre los hijos de Israel: el Dios Padre, que guarda; Jehová el Hijo, que es clemente; Jehová el Espíritu Santo, que da la paz. ¡Qué grande será la bendición, cuando Cristo venga por segunda vez para bendecir a su pueblo y a toda la creación!