En 2 Crónicas 32 leemos acerca de un día de gran prueba para el pueblo de Dios. Senaquerib, rey de Asiria, había sitiado Jerusalén con su enorme ejército. Desde un punto de vista humano, los defensores no tenían ninguna posibilidad de derrotar a este vasto ejército, pero Ezequías pudo tranquilizar a los hijos de Israel diciendo, en esencia, “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Sal. 46:1-2). Esto era cierto para ellos, y es igual de cierto para los cristianos hoy en día.
¿Cuál es su caso en estos momentos? Quizás su camino está lleno de dificultades, problemas y amarguras. Puede que su médico le haya dado un pronóstico sombrío sobre su salud o la salud de un ser querido; puede que los sueños de su vida se hayan hecho añicos; o, como en el caso de Ezequías en los días de antaño, un gran ejército avanza hacia usted y amenaza con aplastarle, y el alivio no parece más que una esperanza que se desvanece. Anímese, el mismo Dios que destruyó aquel enorme ejército de los asirios, en los días de Ezequías, tiene sus ojos puestos en usted. En tiempos de Ezequías, ¡Dios liberó a su pueblo de una manera maravillosa (2 Cr. 32:21)!
No siempre seremos librados de la batalla, y puede que pensemos que no podremos soportarla por mucho tiempo, ¡pero las promesas de Dios siguen siendo seguras! Si usted es un hijo de Dios, entonces Aquel que amó y liberó a Judá en aquel día, también le ama y tiene sus ojos puestos en usted. Él dice: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios… Jehová de los ejércitos está con nosotros” (Sal. 46:10-11). Puede que la prueba que está atravesando sea grande, pero puede estar tranquilo incluso en los momentos más difíciles, pues el Señor de los ejércitos está con usted. Aquel que reinará con autoridad soberana sobre toda la tierra es el mismo que lo acompañará durante la prueba que está atravesando.