Nuestras vidas se ven afectadas por el sufrimiento, y la muerte es el fin inevitable. Por eso muchos se preguntan sobre el sentido de su existencia: ¿Qué sentido tiene vivir? ¿Vale la pena vivir si debo pasar parte de mi vida sufriendo? ¿Qué sentido se le puede dar a la existencia cuando la felicidad parece huir siempre?

Un libro de la Biblia, el Eclesiastés, da una respuesta: Todo es “vanidad y aflicción de espíritu” (Eclesiastés 2:11). La existencia terrenal no tiene sentido si excluimos a Dios.

La Biblia, la Palabra de Dios, nos lo explica. Al desobedecer a Dios, el hombre se ubicó fuera de su plan de bendición; y el resultado es una vida caótica que puede pasar de ser feliz a ser dramática en cuestión de horas. Cada ser humano puede luchar a su manera para encontrar el placer aquí en la tierra, que a menudo es efímero, pero, ¿quién puede darle certezas sobre su fin inevitable?

Dios siempre ha respondido en la Biblia. Para llenar el vacío de nuestra alma e iluminar nuestra vida sin esperanza, Dios envió a su Hijo Jesucristo, la verdadera luz que alumbra a todo hombre. Lo envió para establecer una relación viva con sus criaturas. “A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). Los que creen en Jesús reciben una nueva vida, la vida eterna (Juan 3:16). Como hijos de Dios pueden llamarle Padre y vivir para él. ¡Vale la pena vivir esta vida!