“Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos” (Hechos 1:14). He aquí algunas reflexiones sobre orar juntos:
– De común acuerdo: Cuando nos dirigimos juntos a nuestro Padre, es necesario que el Espíritu Santo nos ayude a buscar la voluntad de Dios para que estemos unidos en la oración.
– De forma concreta: Cada uno debe entender el propósito, la necesidad y la urgencia de la petición que es presentada de común acuerdo a Dios.
– Con fe: El apóstol Santiago dice al que ora: “Pero pida con fe, no dudando nada” (Santiago 1:6). Una confianza plena en la bondad y sabiduría de Dios nos permite orar con libertad: Dios responderá.
– Con perseverancia: Mediante una parábola, Jesús animó a los discípulos a perseverar en la oración. Una viuda volvía siempre con la misma petición ante un juez, que además era injusto. Finalmente la escuchó (Lucas 18:1-6). ¡Nunca cansaremos a nuestro Padre celestial!
– De manera breve: Cada uno debe expresarse con sencillez. “Y orando, no uséis vanas repeticiones” (Mateo 6:7). No pensemos que seremos escuchados por hablar mucho.
– Con gratitud: Agradezcamos a Dios cuando le presentemos nuestras peticiones “en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6). ¡Nuestro Padre celestial nos da tantos regalos!
Ezequiel 33:1-20 – 1 Tesalonicenses 4 – Salmo 41:1-6 – Proverbios 13:7-8