Varios versículos evocan la muerte de algunos creyentes afirmando que “duermen”. Esto sugiere que la muerte es un estado temporal mientras se espera la resurrección.
Cuando Jesús supo que Lázaro había muerto, simplemente dijo: “Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle” (Juan 11:11). Los discípulos pensaron que se trataba del descanso del sueño; entonces el Señor les dijo claramente que Lázaro había muerto.
He aquí el testimonio de alguien que fue consolado así:
«Mi padre era la persona que más amaba en el mundo. ¡Era un padre en todos los sentidos! Cuando yo era niño me dormía en su regazo. Siendo adolescente, le compartía mis tristezas apoyado en su hombro… Y de repente se fue… Sucedió una mañana de abril, en cuidados intensivos, en el hospital. Se fue junto a Dios, su Padre, a quien había servido fielmente toda su vida.
¡Todo se derrumbó para mí! ¿Cómo podría vivir sin él? Durante mucho tiempo guardé mi dolor, pero un día salió: clamé al cielo y el consuelo llegó. Mientras hablaba con Dios sobre mi pesar, leí Hechos 7:60, que relata el final de Esteban. “Durmió”.
Esta palabra resonó con fuerza en mi corazón, y recordé la voz de la enfermera que llamó por teléfono desde el hospital: «Su padre se durmió plácidamente». En su amor, Dios me hablaba y me recordaba que él estaba presente en este paso tan difícil para los humanos. La paz de Dios vino a mi corazón…».
Ezequiel 34:11-31 – 2 Tesalonicenses 1 – Salmo 42:1-6 – Proverbios 13:11