¿Quién puede enseñarnos mejor que nuestro Creador nuestra función en la naturaleza? Veamos qué dice la Biblia.
Desde su creación, la tierra refleja la gloria de su Creador. Todo es sostenido mediante el poder de Dios, quien vivifica todas las cosas (Nehemías 9:6).
Dios se comprometió a no destruir nunca más la tierra mediante un diluvio (Génesis 9:9-17). Dios cuida a todos los animales (Mateo 6:26; 10:29). Da al hombre la posibilidad de alimentarse de carne (Génesis 9:3), participando de ella con acciones de gracias (1 Timoteo 4:3-5).
Así Dios estableció al hombre como su administrador, el “jardinero” de la creación, con tres responsabilidades específicas definidas en los versículos del día:
– Multiplicarse y llenar la tierra.
– Dominar la creación, señorear sobre todas las especies vivientes, lo que supone una autoridad y un control sobre los animales.
– Cultivar y preservar la naturaleza. En su función administrativa, el hombre debe honrar al Creador mediante su manera de cultivar y proteger la naturaleza que lo rodea.
Pero el ser humano fracasó, y esto de forma irreversible. Y no por falta de conocimiento, sino más bien de un compromiso moral y espiritual. El hombre perdió la relación con el Creador, e hizo de sí mismo su propio centro.
Isaías 29 – 1 Pedro 4 – Salmo 45:10-17 – Proverbios 14:1-2