“¡Tengo miedo!”. Esta expresión es común en los niños, pero el miedo es un sentimiento que también inquieta a muchos adultos. Tenemos miedo de alguien que nos amenaza, miedo a un superior, al tribunal, a la enfermedad, al futuro… ¡miedo a la muerte!
A veces yo también tengo miedo. La Biblia menciona varias personas que experimentaron este mismo sentimiento… “tuvieron gran temor” (2 Reyes 10:4), sintieron que su corazón se les paralizaba del miedo (Deuteronomio 20:8), tuvieron miedo durante la noche (Salmo 91:5). Y para muchos la muerte es el “rey de los espantos” (Job 18:14).
Pero, ¿de qué sirve hablar del miedo si no hay solución al problema? Pues bien, no olvidemos que la Biblia también contiene expresiones como: “No temas” (Lamentaciones 3:57). “No temas, porque yo te redimí” (Isaías 43:1). “No temas… porque yo estoy contigo” (Hechos 18:9-10). Desde sus primeras páginas nos muestra que a lo que debemos temer es a las consecuencias de nuestra desobediencia (Génesis 3:10). Y en las últimas habla de hombres que creen que muriendo escaparán a un encuentro con Dios, lo cual es pura ilusión. Pero la Biblia, constatando que éramos enemigos de Dios, también nos dice que “fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo” (Romanos 5:10).
Si Dios nos amó al punto de sacrificar a su Hijo por nosotros, ahora nos cuida y quiere liberarnos incluso del miedo. “De manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré” (Hebreos 13:6).
Isaías 8 – Gálatas 4 – Salmo 38:15-22 – Proverbios 12:25-26