Al leer estos primeros versículos del libro de Hechos, podemos ver claramente que este libro es el segundo volumen de los escritos inspirados de Lucas. En su “primer tratado”, Lucas escribió, después de haber investigado con diligencia, todo lo correspondiente a la vida y las enseñanzas del Señor Jesús “tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra” (Lc. 1:1-2).
Lucas le había dedicado este primer libro a Teófilo, al que se dirigió como “excelentísimo Teófilo” (Lc. 1:3). En este segundo libro se dirige a él simplemente como “Teófilo”. El significado de este nombre es «amado por Dios». Quizás Teófilo era alguien importante que buscaba saber más acerca de este Jesús al que adoraban los cristianos. No sabemos si lo que Lucas le escribió lo llevó a aceptar a Jesús como su Salvador personal, generándole un conflicto que le hizo perder o abandonar su alta posición para convertirse en un simple seguidor de Cristo. Si bien no podemos saber esto, sí sabemos que muchos otros, como Moisés, han escogido la aflicción con el pueblo de Dios, estimando el oprobio de Cristo como una riqueza superior a todo lo que el mundo les puede ofrecer (véase He. 11:25-26).
Muy apropiadamente, Lucas dice que su primer escrito trató acerca de “todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar” hasta el día que fue “recibido arriba”. Su segundo escrito, el libro de Hechos, continúa el relato de lo que el Señor está haciendo y enseñando, pero ahora desde el cielo. Lo continuó haciendo a través del Espíritu Santo, pero usando como instrumentos a los apóstoles, quienes fueron dejados como sus testigos a un mundo que lo rechazó. Debemos prestar atención también al orden de las palabras: “hacer y enseñar”. ¡Qué importante es que sigamos el mismo orden: hacer antes de pensar que podemos enseñar!