Los cristianos hemos sido trasladados por Dios a una posición que la simple sabiduría humana nunca podría entender. Estamos “en Cristo Jesús” y, por lo tanto, ya no debemos vernos “en la carne”. No se trata de una experiencia especial, sino de una posición dada por Dios que es válida para todo creyente, independientemente de nuestros sentimientos. No importa la cantidad de sabiduría humana que poseamos, pues esta es dejada de lado ante la sabiduría perfecta que poseemos en Cristo Jesús.
En primer lugar, esta sabiduría se caracteriza por la justicia. La justicia es ignorada grandemente por la filosofía humana, pero se vio en perfección en el Señor Jesús mientras estuvo en la tierra y, por medio de la justificación, forma parte de quienes están “en Cristo Jesús.” En segundo lugar, la santificación también forma parte vital de la sabiduría, ya que implica el amor a lo que es bueno y el odio al mal. La santificación aparta de la impiedad a los que están “en Cristo Jesús”. El mundo no desea esto. Finalmente, la redención saca de la esclavitud a los que antes eran esclavos del pecado. Esta es una maravillosa liberación para todos aquellos que ahora están “en Cristo Jesús”, es decir, quienes lo han recibido como Señor y Salvador.
Al ver tan grandes bendiciones que poseemos “en Cristo Jesús”, no es extraño que se nos diga: “El que se gloría, gloríese en el Señor”. Cuánto contrasta esto con el orgullo que vemos a nuestro alrededor, con la jactancia del hombre en su supuesta sabiduría, quien sigue edificando cosas nuevas y llevando a cabo muchos proyectos. El hombre quiere todo el crédito para sí mismo. Pero nosotros, los creyentes, podemos gloriarnos en Aquel que es perfecto y digno de toda nuestra alabanza. “Al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén” (Ro. 16:27).