El predicador Spurgeon había predicado en las afueras de Londres, y cuando se sentó en el tren que lo llevaría de vuelta a su casa, descubrió que no tenía su tiquete. Un hombre que estaba sentado en el mismo compartimento, al verlo buscando en sus bolsillos, le dijo amablemente:
–Espero que no haya perdido nada.
–Sí, de hecho, perdí mi tiquete, y lamentablemente no tengo dinero. Pero he trabajado para mi Maestro, así que todo terminará bien. Ya me ha ayudado muchas veces, tanto en las cosas grandes como en las pequeñas.
Su compañero de viaje le expresó su simpatía.
El inspector pasó poco después para revisar los tiquetes. Saludó muy amablemente al vecino de Spurgeon, y el viajero le dijo brevemente:
–Todo está en orden.
El inspector saludó de nuevo y se fue.
–Es curioso, dijo Spurgeon, que el inspector no me haya pedido mi tiquete.
–Sí, dijo el otro. Señor Spurgeon, esto es realmente una prueba de que Dios vela por usted. Soy el director general de esta línea, y Dios dirigió las cosas para que usted se ubicara precisamente en mi compartimento. Ha sido un placer para mí poder ayudarle.
Recordemos esta hermosa reflexión: nuestras dificultades son las oportunidades de Dios. ¡Este siervo de Dios lo experimentó, y nosotros también podemos hacerlo!
Ezequiel 45 – 2 Pedro 3 – Salmo 47 – Proverbios 14:9-10