En otoño de 2018, China inauguró el puente marítimo más largo del mundo: 55 km de largo. Turquía inauguró el mayor aeropuerto del mundo, con un área de 76 km2. India inauguró la mayor estatua del mundo, de 182 m de altura. «La megalomanía (locura de grandeza) ¿está detrás de las nuevas potencias económicas?», era el título de un periódico. Para estos países, que reflejan un fuerte crecimiento económico, estas obras son una forma de mostrar su poderío al mundo entero.
Tenemos una tendencia natural a querer ser grandes; el orgullo está arraigado en nosotros. Los discípulos de Jesús veían diariamente Su humildad perfecta, sin embargo, ellos también buscaban la grandeza. “Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor” (Lucas 22:24). ¡El hombre no solo quiere ser alguien importante, sino que quiere ser el más grande! Jesús mostró a sus discípulos que la verdadera grandeza es servir a los demás. Este fue el lugar que él, el Hijo de Dios, el Creador Todopoderoso, ocupó. Se humilló hasta hacerse hombre, para ponerse al servicio de su criatura. ¡Su humildad es puesta ante el creyente como ejemplo a seguir! Está unida al amor y a la entrega de sí mismo para hacer el bien a los demás. “El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Mateo 23:12).
Jesús se humilló para hacer la voluntad de Dios, lo que lo llevó a aceptar morir para liberarnos del castigo de Dios por nuestros pecados. ¡Solo así podemos ser salvos!
Oseas 5-6 – 2 Corintios 12 – Salmo 107:1-9 – Proverbios 24:1-2