El Salmo 139 pone ante nosotros de manera impactante los atributos de nuestro Dios. En los versículos 1 al 6 habla de su omnisciencia: lo sabe todo. En los versículos 7 al 12 habla de su omnipresencia: está en todas partes. El salmista señala que, incluso si tuviera que hacer su hogar en los confines del mar, allí encontraría la mano de Dios para guiarlo, y su mano derecha para sostenerlo. En los versículos 13 al 16 habla de su omnipotencia: es todopoderoso.
¿Hay algún ejemplo en las Escrituras de alguien que haya experimentado esto? En efecto, ¡sería difícil encontrar una forma mejor de llegar a los confines del mar que estar en las entrañas de un gran pez! Jonás estaba totalmente fuera del alcance de cualquier ayuda o simpatía humana. Y, sin embargo, ¡el Señor estaba allí! Jonás estaba allí por su desobediencia, pero en su infinita gracia, Dios iba a utilizar tal experiencia para restaurar su alma, como vemos en el capítulo 2 de su libro. Verdaderamente, Jonás sintió que Su mano lo guiaba y que Su diestra lo sostenía incluso en aquel lugar.
Gracias a Dios, la mayoría de nosotros no tendremos que pasar por una experiencia como la de Jonás. Y, sin embargo, ¿no tenemos momentos en nuestra vida en los que nos sentimos, moralmente hablando, en lo más profundo del mar? Sean cuales sean nuestras circunstancias, animémonos por el hecho de que el Señor está ahí. Incluso cuando pasamos por situaciones difíciles, su mano está ahí para guiarnos, y su diestra para levantarnos. Su mano pronto enjugará todas nuestras lágrimas. Hasta entonces, su mano todopoderosa es capaz de fortalecernos y llevarnos a través de la prueba.