¿Quién no recuerda comentarios inapropiados, indecorosos y sin sentido, cuyas consecuencias son similares a las de un incendio que destruye todo a su paso, dejando huellas que aún son visibles años después?
El apóstol Santiago se dirige a los creyentes, que no son inmunes a estos peligros. Debemos estar atentos a dichas advertencias. Cuántas iglesias (asambleas cristianas), familias, parejas, amistades, han sido destruidas por la crítica, la calumnia, los chismes. Difamar, hablar mal de alguien, propagar calumnias, puede tener graves consecuencias:
– La división: “El que cubre la falta busca amistad; mas el que la divulga, aparta al amigo” (Proverbios 17:9).
– La discusión: “Sin leña se apaga el fuego, y donde no hay chismoso, cesa la contienda” (Proverbios 26:20).
– La indignación: “El viento del norte ahuyenta la lluvia, y el rostro airado la lengua detractora” (Proverbios 25:23).
– El sufrimiento: “Martillo y cuchillo y saeta aguda es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio” (Proverbios 25:18). “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina” (Proverbios 12:18).
El falso testimonio y los celos de los líderes judíos llevaron a Jesús a la cruz. Somos invitados a rechazar “toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones” (1 Pedro 2:1).
Oseas 1-2 – 2 Corintios 11:1-15 – Salmo 106:32-39 – Proverbios 23:26-28